La sal marina se obtiene de manera natural, sin más intervención que la propia evaporación y cristalización inducidas por el sol. Esto da lugar a un condimento con más sabor que la sal común al concentrarse en mayor proporción diversos minerales, como el calcio (4 veces más), potasio (14 veces más o yodo). El sodio sin embargo, en igualdad de cantidad de sal común o marina, está más concentrado en la primera. No obstante, en una cantidad saludable (no más de 5 gramos de sal diarios), la sal marina no se puede contemplar como fuente dietética natural de oligoelementos o minerales.
La sal en su justa medida, bien como aderezo o como ingrediente o aditivo (conservante, saborizante) de los alimentos, es necesaria para la vida ya que proporciona sodio y cloro, dos oligoelementos con funciones muy específicas a nivel orgánico. El problema actual es que en general consumimos prácticamente el doble de sal lo que el organismo es capaz de gestionar, de ahí que haya trastornos asociados como cardiacos, renales, circulatorios, hipertensión... El uso de la sal, sea común o marina, ha de ser comedido en cualquier caso.