PESTAÑAS

viernes, 24 de enero de 2014

Alimentación según el tipo de trabajo.

Salud y trabajo van unidos y se influyen mutuamente. Puesto que la alimentación es uno de los factores que afectan a nuestra salud, es muy importante adaptarla a la actividad laboral, para mejorar el rendimiento y reducir la fatiga, lo que contribuirá a mantener un cuerpo más sano y un mayor nivel de bienestar. 

Por ello, el trabajador ha de aprender a armonizar su consumo alimentario con su vida profesional, ya que la actividad física o intelectual repercute en sus requerimientos energéticos y nutritivos. 

Además, es importante recordar que, independientemente de la actividad profesional, las necesidades nutritivas varían para cada persona, en función de su edad, sexo y otras condicionantes individuales y del entorno en el que vive (factores socio culturales, climáticos, etc.) que también han de tenerse en cuenta a la hora de planificar una correcta
alimentación.



ALIMENTACIÓN Y SALUD LABORAL

La alimentación es uno de los factores que con mayor seguridad e importancia condicionan el desarrollo físico, la salud, el rendimiento y la productividad de las personas.
La alimentación influye en el rendimiento físico e intelectual, Una persona mal alimentada encontrará dificultades para mejorar su calidad de vida, puesto que la capacidad de trabajo, directamente proporcional a la alimentación, irá descendiendo cuando ésta es deficiente
y, en lo que a trabajo físico de refiere, puede llegar a disminuir hasta un 30% respecto al desarrollo normal.

Una alimentación monótona, repetitiva o en la que faltan alimentos indispensables para nuestro cuerpo puede dar lugar a la aparición de determinados síntomas tanto físicos; cansancio excesivo, falta de reflejos…, como psíquicos; falta de interés por las cosas, irritabilidad…; situaciones que mejoran mediante una alimentación adecuada.

A veces no nos damos cuenta de que no sólo el estrés, los problemas personales, la falta de sueño…, influyen sobre nuestro bienestar; deberíamos preguntarnos si estamos alimentando adecuadamente a nuestro cuerpo como para que éste funcione correctamente cada día.


FACTORES ALIMENTARIOS QUE INFLUYEN EN EL TRABAJO Y EN EL RENDIMIENTO:

• Dietas hipocalóricas o bajas en calorías, reducen la capacidad de rendimiento y perjudican la salud.

• Dietas desequilibradas en las que faltan alimentos básicos; a medio o largo plazo dan lugar a carencias nutritivas con efectos indeseables para el organismo.

•Dietas hipercalóricas, conducen a sobrepeso y obesidad, lo que supone un sobre esfuerzo físico para la persona, que agrava o aumenta el riesgo de lesiones en el aparato locomotor (músculos, articulaciones, etc.) y el de desarrollar otros trastornos más o menos serios de la salud (alteracionesde los niveles de azúcar y grasas en sangre, hipertensión, etc.)

• El número de comidas que se realiza en un día. Saltarse comidas o realizar sólo dos comidas “de fundamento” al día influye de forma negativa en el funcionamiento de nuestro organismo.

• Reparto de la cantidad de alimentos por cada comida. Las comidas deficientes o en grandes cantidades, pueden producir bajadas de azúcar en sangre (hipoglucemias) o somnolencia y molestias digestivas respectivamente, perjudicando el rendimiento tanto físico como intelectual.

• La higiene de los alimentos. Si no se cuida este aspecto, aumenta el riesgo de que se produzcan intoxicaciones de origen alimentario tales como la salmonelosis.

• El consumo de alcohol. En cantidades excesivas perjudica seriamente la salud y es causa de accidentabilidad.





TIPOS DE TRABAJO Y ALIMENTACIÓN.

A través de diversos estudios se ha comprobado cómo mejora el rendimiento y el bienestar de los trabajadores que consumen dietas adecuadas a su situación personal: de alto valor calórico si se trata de trabajadores de fuerza y de moderado aporte de calorías en personas que realizan un trabajo de tipo intelectual con menor desgaste físico, etc.


 Trabajos sedentarios, englobaría aquellas actividades profesionales que condicionan la realización de dietas adaptadas a las condiciones de la persona y de su entorno, pero no un incremento extra de las calorías, debido al bajo gasto calórico que conllevan este tipo de trabajos: personas que han de permanecer sentadas prácticamente todo el día, que llevan a cabo su actividad profesional como relaciones públicas y que se desplazan siempre en coche. En este grupo deben verse reflejado el personal de oficina, comerciales, taxistas y conductores de autobuses. 



• Trabajos de gran estrés físico o psíquico, en estos casos, si el estrés o desgaste es principalmente físico, la dieta debe contener cantidad suficiente de calorías como para compensar el gasto de energía que conlleva la actividad, para no limitar la capacidad laboral ni comprometer la salud de la persona, como es la de trabajadores de la construcción, del campo, de la industria del metal, deportistas profesionales, repartidores, etc. Si el estrés es de tipo psíquico, las necesidades calóricas no son tan elevadas como en el caso anterior y lo verdaderamente importante es que la dieta contenga cantidad suficiente de todos aquellos nutrientes que se relacionan con un buen funcionamiento del sistema nervioso, estos nutrientes intervienen directamente en la concentración, la memoria, el rendimiento intelectual y el estado de ánimo y son: vitaminas del grupo B, la vitamina E o tocoferol, determinadas sales minerales (potasio, magnesio y zinc) y oligoelementos (litio, silicio, selenio y cromo).

• Trabajos con horarios especiales. Aquellas personas que trabajan en un ritmo de turnos o en franjas horarias especiales tienen que adaptar además su alimentación en función del horario laboral, para poder llevar a cabo una dieta adecuada. 
La alternancia en los horarios de trabajo, o la actividad laboral en horarios anormales, como por ejemplo, los trabajadores en turno de noche, produce diversas molestias. El trabajo nocturno es un claro exponente de un estilo de vida socialmente determinado. No es sólo un factor de riesgo laboral, si no que condiciona, además, gran parte de la actividad extra laboral de las personas. 

En los trabajadores de turno de noche es frecuente que se produzcan manifestaciones inmediatas, que son trastornos sin importancia aparente, como irritabilidad, humor cambiante, estreñimiento, falta de apetito, dificultades para conciliar el sueño, fatiga, estrés y una alimentación inadecuada. Estas alteraciones de salud encuentran explicación en el hecho de que los factores sociales tienen una influencia dominante como “sincronizadores”, que no coincide con los periodos de trabajo. El trabajador nocturno está sometido a la presión de adaptarse, por un lado a los horarios sociales –familia, comida, tiempo de esparcimiento, entre otros-, por otro, a los de su ritmo circadiano –temperatura, vigilia, hormonas, tensión arterial, pulso, etc.- y finalmente, a los de sus tareas laborales. Está comprobado que el trabajador generalmente opta por las sincronizaciones sociales, con lo cual nunca logra adaptar su ritmo circadiano a los horarios de trabajo.   

Con ello mantiene un desajuste permanente, con repercusiones desfavorables para su salud.  
Ritmos circadianos. Funciones corporales que aumentan de día y disminuyen de noche:  

• Temperatura  
• Presión sanguínea o tensión arterial  
• Capacidad respiratoria  
• Secreción de adrenalina  
• Secreción de ciertas hormonas  
• Capacidades mentales 
• Capacidad física 

• Trabajos que exigen comer fuera de casa. Muchas personas, debido a su actividad laboral, no pueden comer en casa y deben hacerlo en comedores de empresa o en servicios de restauración colectiva (bares, restaurantes…). En estos casos, conviene tener unos conocimientos básicos de alimentación, para poder escoger el menú más apropiado y saludable en cada caso.
La necesidad de comer fuera de casa, especialmente al mediodía, es un hecho ligado a la vida moderna por múltiples y variadas razones (distancias del hogar al trabajo, jornada partida, ahorro de tiempo, etc.).

CREER QUE NO SE PUEDE SEGUIR UNA DIETA POR COMER EN RESTAURANTES  


Muchas personas con problemas de peso que comen fuera del hogar, alargan la posibilidad de ponerse a dieta, ya que la necesidad que les obliga a comer en un restaurante la ven incompatible con el hecho de seguir una dieta para perder peso. Sin embargo, en todos los restaurantes existen posibilidades de elegir un menú adaptado a nuestras necesidades: es suficiente con "saber" y "querer": • Tome un buen vaso de agua mientras espera el menú. • Opte por primeros platos ligeros (ensaladas y verduras con mayor frecuencia), y si estas pueden servirse sin aliñar, mejor. Así puede controlar la cantidad de aceite que le añade, que al fin y al cabo, aunque se trate de una "grasa buena" para el organismo, está cargada de calorías que hay que controlar. O tome menor cantidad de aquellos platos más calóricos (legumbres, paellas, pasta…). 

• Prefiera la carne o el pescado de elaboración sencilla (plancha, parrilla, horno) a aquellas preparaciones con salsa. Y solicite amablemente que se añada poca salsa si ésta acompaña al plato o que la sirvan a aparte, para controlar la cantidad. 



• Pida que le sustituyan los fritos (patatas fritas) por una guarnición vegetal (ensaladas sencillas, pimientos, champiñones...). 

• Renuncie por costumbre a la pastelería y otros postres dulces para escoger fruta fresca, macedonia de frutas, compotas o postres de leche sencillos.  

• De pan, tome la cantidad justa (de una a dos rebanadas, de dos dedos de grosor cada una, es suficiente).  

• En cuanto a la bebida que acompaña a la comida; el agua, es sin duda la elección más saludable.  

• Si tiene costumbre de tomar café o infusión después de comer, la puede endulzar con stevia o sucralosa.

DISTRIBUCIÓN DE LA DIETA 

La distribución de la comida en tomas a lo largo del día, depende de las necesidades de cada persona y de su horario laboral. La dieta debe incluir como mínimo tres comidas principales: desayuno, comida y cena. En ciertos casos, conviene incluir además una media mañana o merienda, si transcurren más de cuatro horas entre el desayuno y la comida o la comida y la cena respectivamente. Esto evita que se produzca hipoglucemia (descenso de glucosa en la sangre), que repercuten negativamente sobre el rendimiento y la capacidad de trabajo, y así mismo, se evita la sensación de ansiedad o de “hambruna” a la hora de la comida o de la cena, que generalmente conduce a comer más de lo necesario. 

La distribución de la dieta en varias tomas, influye positivamente sobre el nivel de glucosa y lípidos (colesterol, triglicéridos…) en sangre y mejora las digestiones. 

• Desayuno completo, ya que han pasado más de 8 horas sin tomar alimento. Lácteo, cereales y fruta.

• Media mañana adecuada. Son frecuentes los snack, lo que desequilibra la alimentación. Si el esfuerzo físico es mínimo puede ser suficiente con una o dos piezas de fruta fresca o un lácteo. 

 • Almuerzo adaptado al horario. Si la jornada laboral es fraccionada, es necesario seguir una alimentación variada y ordenada (con moderado aporte de energía, grasas y alcohol) para que el organismo pueda soportar fácilmente la digestión, evitando la pesadez digestiva y la somnolencia.

• Merienda ligera. Un suplemento en forma de yogur, fruta.

• Cena bien planificada para complementar el resto de comidas del día. La cena también suele presentar problemas. Si se toma en casa, no por ello existe una garantía de equilibrio. Se recomienda optar por una cena ligera para restablecer el equilibrio del día y tomarla al menos dos horas antes de acostarse para tener un sueño reparador, no perturbado por una digestión difícil.