Los consumidores cada vez valoran más lo que comen. Sin embargo, los datos demuestran que sus hábitos no son todavía del todo saludables.
SAL: normalmente consumimos el doble a lo recomendado por la Organización Mundial de la Salus (OMS): no más de 5g. por persona al día.
La mayor parte proviene de productos elaborados.
Si se redujese la ingesta de sal, se evitarían cada año unos 20.000 accidentes cerebrovasculares y unos 30.000 de carácter cardiaco.
AZÚCAR: consumimos alrededor de 120g. (entre 15 y 20 cucharaditas al día) de azúcar
simple, por persona y día. Los azúcares proceden de los alimentos naturales o bien, se añaden a productos elaborados, como bebidas azucaradas, postres, bollería y derivados lácteos. Se estima que para una persona adulta sana, la dieta debe proveer unas 2.200 Kcal y los azúcares simples no deben superar el 10%.
GRASA: la recomendación principal es que no debe proporcionar más del 35% de la energía total diaria (los menores de 4 años pueden alcanzar hasta un 40%).
Existen varios tipos de grasas, conviene conocer sus diferencias, ya que consumirlas dentro de una alimentación variada y equilibrada juega un papel importante a la hora de prevenir enfermedades cardiovasculares.
FIBRA: este componente debería aumentar. La OMS aconseja un consumo diario de 25g. por persona al día. Su consumo reduce el riesgo de enfermedades de corazón, diabetes tipo 2 y permite controlar el peso. Por eso, la recomendación alimentaria para el consumo adecuado pasa por asegurar la ingesta de frutas, verduras, legumbres y cereales integrales.